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jueves, 23 de octubre de 2014

Una bella tarde en tus ojos

Una bella tarde existía en el alma de estos dos jóvenes que solamente tenían tiempo para el amor. Verla, con su cabello cayendo delicadamente sobre su frágil cuello era una ilusión que estaba dispuesto a vivir toda una eternidad, pensaba aquel joven sentado a solo unos metros de la hamaca que servía de descanso para su soñado cuerpo.

 De pronto, mientras el pensaba en estas palabras, un destello lo hipnotizó de frontón. Eran sus bellos ojos verdes que posaron agraciadamente sus atención en él. Nunca hubo una necesidad más grande en el corazón de este hombre por el sentimiento de amar. La pasión que fungía en su mente, solo se comparaba a la emoción y el sentir de un revolucionario por lograr su cometido ante un poder establecido que debía ser extirpado.

 No existía la necesidad más que del placer. No existían dolores ni sensaciones ajenas más que las del resto del mundo en aquel gustoso momento. Las flores solo sentían celos y su llanto acrecía cada vez que aquella piel se dejaba mostrar en los hombros de la joven. Una sensación que no se puede explicar. Una sensación que solo sentimos aquellos que la pudimos ver, contemplar, nosotros que pudimos besar esos rojos labios aquella tarde... únicamente yo.

 Cómo no sentir felicidad en un momento así, donde las responsabilidades se evaporaron como el agua ante el yugo poderoso del radiante sol que nos rodeó, que cobijó nuestro amor y nos dio la tranquilidad que necesitábamos para solo una cosa ... amar(nos)

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