Por acá, quizá, otras cosas c:

sábado, 21 de junio de 2014

5egundos

... Crecer por esos caminos ondulados y blancos sería un regalo inalcanzable, lo sé. Vivir por un bosque con tanta variedad es a la vez una perdición que no estaría dispuesto a aceptar.

 Que frío hacía aquel sábado al medio día. Caminaba con una sensación de tranquilidad a pesar que el caos comenzaba a ser amo y señor de mis días y mis noches. Sentía aquella necesidad de enamorar mentes con una fotografía de lo que podía o no escribir. Los árboles estaban infinitamente quietos a pesar de las caricias que el viento arrojaba sobre mi frías manos. De pronto caminando, venías, no sé hacia donde y te vi. Solo te vi y luego caminamos hasta quien sabe donde conversando de lo hermoso que es la vida. Un cabello corto y una piel tan blanca y hermosa que me impedía articular palabras cuerdas en los pocos segundos que tienes para responder en una conversación contigo. Además tenías aquellos ojos negros que danzaban con tu cabello 

 Vivimos tanto en una tarde, el cigarrillo -siendo nuestro mejor compañero y cómplice - nos brindó el poder del bello silencio para darle paso a otros sentidos de crecer con nuestras miradas. Veíamos la necesidad y la saciedad inmediata con cada palabra y cada interludio que teníamos. ¡Que rico café!, quizá no habría sido el mismo si tú no hubieses estado a mi lado aquel día. Brillabas tanto en un sábado falto de sol, ni se notó.

  Luego debías ir a otro lado y sin más te fuiste asesinando aquel precioso pero sórdido momento. Esto habría sucedido si además de verte, te hubiese hablado. Pero no, la cobardía pudo más, pudo detener el amor que sentí por aquellos cinco segundo que te demoraste en cruzar la calle y perderte en los suburbios de Bustamante. Que felicidad el pasar la próxima media hora imaginando como habría sido aquella tarde si te hubiese hablado, si te hubiese regalado
mi noble sentir.