Por acá, quizá, otras cosas c:

jueves, 25 de abril de 2013

Epístola a "Nuestra vida "



Dos veranos, dos otoños, una primavera y media y solo un invierno bastaron para que mi corazón se convirtiera en un tambor repleto de fuegos artificiales que piden histéricamente volar por el cielo cuando veo tu sonrisa comenzando a esbozarse en tu rostro; cuando veo esos ojos cerrados y tu respiración constante y sin término por las noches mientras duermes; cuando te veo caminar hacia mí o te veo a lo lejos y no sé como llegar para verme lindo o atrayente a esos ojos café claros que pareciesen robarse el brillo del sol o de la luna en su crepúsculo y vida eterna cuando está llena; aquel llanto... ese torrente de emociones que se descuelga de tus ojos cuando me equivoco en mis palabras o trato de herirte sin intención ni razón, ese mar de brillo que surge cuando vemos la pena o alegría de otros, esas gotas que explotan del ceno de la tristeza o que caen con tanta suavidad cuando las cobija la felicidad... cuan hermosa te ves.

¿El sol ?, ¿La luna? la gente se pregunta sobre como fueron creados, en cambio yo no puedo parar de preguntarle al cielo cómo fuiste creada con tanta belleza, con tanta simplicidad a la hora de hablar y tanta complejidad al callar. Eres tú, la que cambió días por noches, la que hizo tierra fértil de mi  corazón, la que lo transformó en papel en blanco, tomó un lápiz y en dos veranos, dos otoños, una primavera y media y solo un invierno lo convirtió en un libro de un sin fin de paginas escritas y por escribir que se abrirás paso a segundas, terceras y más partes. Tú que eres amor, tu que eres un flujo de naranjo con amarillo desbordados y danzantes. Tú...

                                                      Tú que eres yo.