Por acá, quizá, otras cosas c:

lunes, 17 de diciembre de 2012

Mi revolución envuelta en hojas de tabaco

¡Cáspitas! gritaba intranquilo aquel tosco caballero de negra cabellera. Eran los años que se le estaban pasando y no lograba comprender por qué aún no terminaba su trabajo. ¿En qué trabaja? - le pregunté- en una empresa, una empresa donde trabajamos miles y miles en todo el mundo y a pesar de ellos sigue siendo muy pequeña, hemos hecho grandes cosas a través de los años(... ) grandes cosas digo, pero que patudez la mía, han muerto tantos ya, han pasado tantos años, se han secado tantos tarros con pintura - decía, ya más tranquilo y dejando escurrir una lágrima junto a un suspiro- . Cuantos otoños e inviernos soñando. Cuantos veranos y cuantas primaveras pensando en aquel día donde la maldad ya no tenga por nombre el del estado. ¿El estado? - pregunté nuevamente, esta vez con un tono más irascible ya que sabía para donde iba esto, tenía mis sospechas y ya me olía a algunas sepas de marxismo en el aliento tenue de este triste hombre - ¡Sí!, el estado, el gran pequeño estado es la piedra que atañe mis pies dentro de estos arrugados zapatos(...) pero por alguna razón ya no es el mismo. ¿Me esperas?- me preguntó - iré al baño, mientras lee esto. Y se fue ambulante con un mirada perdida en el pasado.

 Cuando me recompuse de su mirada, abrí el libro que me pasó y era un diario. Su diario, contenía notas sobre antiguas historias de revoluciones construidas sobre cimientos debilitados ya por el polvo y el tiempo. Llegue de "puro" curioso a la última página y ví una nota que esbozaba cuidadosamente un llanto nocturno, un par de vasos de whisky y el humo completo de una cajetilla de cigarros :

"Una noche me tardó comprender el futuro de la empresa, una empresa corrompida por el mismo aliento fétido que corrompe a las personas del norte. Un aliento que solo había olido, cegado de mi olfato, en la trinchera contraria. No comprendí nada hasta ahora(...) pero que tonto más tonto. Cuantas tardes me hubiera ahorrado si hubiera sabido la verdad del silencio que colmaba nuestros oídos cuando le preguntábamos a nuestros ojos y a nuestro corazón si percibían algún cambio. Aún es todo un sueño, un sueño que ve reflejado un falso oasis en tierras lejanas. Cuanto hubiese deseado que estas tierras fuesen como la Sierra o como la misma Moscú. Pero no, si la tierra no es como es, tampoco las personas. Me he mentido, me he querido mentir. No fue culpa de ellos, si solo hubiese sido más inteligente habría visto la cizaña que creaban solo para acaudalar su propia reputación. Hoy lloro, no por no ganar, sino por aprender.  Y comprendo , ya, la ignorancia como un don, don que poseen los niños y que tienen el cielo ganado por ello. Quizá la empresa termine allá arriba, quizá sea hora de ver el futuro como mi propio triunfo en vez de llorar una vida entera por el triunfo de ellos. Pues (...)"- no alcancé a terminar de leer la nota cuando de pronto un fuerte ruido como si una mesa se hubiese caído provino ferozmente de algún cuarto de al fondo-. Poco a poco me fui acercando y cuando me disponía a asomarme por la puerta vi la silueta del triunfo de la revolución sujeto del cuello por una soga al techo. El llanto colmaba mi alma, mis manos resbalan cuanto cigarrillo lograba sacar de mis bolsillos y la flama se escurría de la débil madera de aquellos fósforos.

 Con lágrimas aún ahogando mis ojos y sentado bajo la mesa que sirvió de arma para el triunfo, recordé la nota y continué leyendo : "Pues, solo el fuego permite la destrucción... esa destrucción permite la muerte y da paso al nacimiento. Solo triunfaremos si nacemos nuevamente pero(...) solo evitemos no cometer el mismo error, así que me iré a disfrutar de mi revolución envuelta en hojas de tabaco".