A veces la vida no son mariposas volando ni radiantes soles surcando las mañanas primaverales. A veces no son cantos de alabanza para algún dios o , en la agonía, rezos de victoria por la salva de algo o alguien. Y es que no existen veleros en el horizonte que te guien por un mejor camino, ni caminos pavimentados y con extravagantes farolas que alumbren tu recorrido a diario por las noches. No es azul el cielo sino, en verdad, de un triste tono morado. No hay barrotes que eviten tu libertad, pues, los barrotes, tristemente, somos nosotros. No hay grandes alamedas que se abrirán con algún triunfo ni verdaderos héroes armados de fusil que han de salvar al oprimido. No ha de bajar de los cielos " el aparecido" a mostrarnos el camino, ni el barbudo que se empeñó en pulir la ideología. No bajarán los artífices culpables de llenar libros que debemos sí o sí leer para seguir sus pasos. No se mostrarán películas del ayer ni se hará un mural en tu honor si mueres en combate. El campo popular pierde el sentido al perder una palabra, al momento en que alguien no escuchó lo que has mentado, al momento en que la peor idea gana en la boca de cientos del mismo color amaranto. Sí, el lobo se viste de amaranto y lleva la ideología como nombre y apellido. Otras manadas de lobos son diáfanos a la hora de decir que son enemigos. No llores de felicidad soñando con la meta. No creas que, también, se hace lo correcto. No hemos de ser Dios, ni la mitad. Meros mortales buscando una epopeya escrita en años siguientes donde las letras describan a los seres que a diario ves con papeles en blanco y negro o cuadernos o libretas. No, el seno del partido no es de amor y prosperidad. Es frío y calculador. Son tempestades que le piden a las brisas cercanas que no se conviertan en huracanes, que sigan siendo brisa. No ganamos con canciones ni soñamos con la derrota. A veces, sí, la vida es así pero, si aún deseas ser mi compañero, da un paso al frente y sonríe que, al menos, nos tenemos el un con el otro.
