Por acá, quizá, otras cosas c:

domingo, 10 de diciembre de 2017

Papel fui y papel seré.


Cuando somos niños imaginamos tantas veces como será el futuro. Queremos crecer y no añoramos nada tanto como aquella ilusa libertad que tienen los adultos. Cada beso, cada lágrima cada sonrisa e incluso una palabra significa, para bien o para mal, un sin fin de posibles escenarios para un corazón hecho de papel. 

Pero no dura para siempre. La vida misma se encarga de cambiar/nos, para bien o para mal, en lo que seremos a priori. Nos levantamos a mirar una cordillera que es tan inmensa como la incertidumbre venidera. Aquellos años en los que solamente piensas en lo poco que queda para aquella ilusa libertad tan añorada. Imaginas tu vida sin la casa de tus padres ni el resguardo de ellos. Incluso puedes hasta imaginar que podría ser difícil, aunque otros, desde la niñez, la tienen difícil... y lo sabes. Sigues recorriendo este camino a paso lento o rápido, seguro e inseguro, pero ahí estás a menos que doña invierno/a diga lo contrario. Inamovible sabes que tarde o tempranos everything gonna be up to you. 


Tantas veces roto, aquel corazón de papel mojado por lágrimas sinceras y que se sienten tan livianas bajo la mirada del tiempo pasado. Siempre absuelto, siempre fuerte y preparado para todo. Incolumne, como sólo la vida sabe prepararlos, están los corazones de papel. Nadie te enseña como vivir, cómo ser más feliz o disfrutar un momento. Nos dicen que el orgullo es malo pero no escuchamos, no hasta que nuestro orgullo nos daña por dañar a otros. Hoy las lágrimas tienen un peso diferente. Están más álgidas que nunca y, como navajas afiladas, cortan un papel que pensamos era infinito, omnipotente e indeleble. But not. It is. Es frágil ahora, frágil a las palabras, más aún a las no dichas. Es frágil ante los actos más aún a los propios. Cada error es peor que antes, cada tontera dicha desde el seno del abrumador enojo alimentado y cegado por el orgullo es un herida, pequeña pero tan dolorosa que incluso te supera por algunos momentos anudándose imperceptiblemente en tu garganta y en tu mente, hasta que ya no hay vuelta atrás.

Hoy estamos acá, pensando en todo esto, escuchando música y fumando un cigarrillo. Con problemas - como todos  -cosiendo de apoco un papel que se tiñe de colores que, para bien o para mal, son los colores que nos tocaron vivir. Yo lo rayé, lo rayé de mil formas y le di forma de libro. Allí voy escribiendo cada historia para volver a leerlas cuando una lágrima me dañe, para recordar cómo lo hice, como volví a salir de ahí, como me puse de pié y conocí nuevamente a otra felicidad.

Si me hubieran preguntado que quería cuando niño, ahora diría : "Papel, quiero ser entero de papel" (...) para vivir/sufrir/amar/soñar/caer como nadie, como los libros, infinitos reconocedores de la vida que tuvimos, que tenemos y que tendremos. Solo ellos saben el verdadero valor del sentimiento humano y nos recuerdan cuando tenemos que parar de llorar, levantarnos mirar contra el viento y reconocer el camino a casa. Una casa que aún no sé donde está.

No hay comentarios:

Publicar un comentario